—Hoy Nico viene a casa a jugar —dice mamá.
—No puede jugar con la ardilla —contesta Sally—. Porque es mía.
Nico no puede jugar con el tren, ni con el garaje de coches, ni con la televisión ni tampoco con el inodoro. Porque, como dice Sally: «¡Todo eso es mío!».
Una historia con mucho humor sobre compartir... o no.